Gran Bretaña destruyó registro de sus crimenes coloniales
Miles de documentos que registraban en detalle algunos de los actos y crímenes más vergonzosos cometidos durante los últimos años del Imperio Británico fueron destruidos sistemáticamente para evitar que cayeran en manos de los gobiernos surgidos de la independencia, según ha demostrado un estudio oficial.
Miles de documentos que registraban en detalle algunos de los actos y crímenes más vergonzosos cometidos durante los últimos años del Imperio Británico fueron destruidos sistemáticamente para evitar que cayeran en manos de los gobiernos surgidos de la independencia, según ha demostrado un estudio oficial.
Los documentos que sobrevivieron a la purga fueron
trasladados discretamente a Gran Bretaña donde fueron escondidos durante 50
años en un archivo secreto del Foreign Office, más allá del alcance de los
historiadores y público en general, en violación de la obligación legal de
ponerlos a disposición de la opinión pública.
El archivo salió a la luz el año pasado cuando un grupo de
keniatas detenidos y supuestamente torturados durante la rebelión Mau Mau
obtuvo el derecho de demandar al gobierno británico. El Ministerio de Asuntos
Exteriores se comprometió a liberar los 8.800 expedientes de 37 ex colonias
escondidos en el centro de comunicaciones gubernamentales de alta seguridad de
Hanslope Park, en Buckinghamshire.
El historiador designado para supervisar la revisión y la
transferencia, Tony Badger, master del Clare College de Cambridge afirma que el
descubrimiento del archivo pone al Foreign Office en una posición “de vergüenza
y escandalo.” Estos documentos deberían haber estado en los archivos públicos desde
la década de 1980”, ha señalado. “Han retrasado este asunto por mucho tiempo.”
Los primeros documentos estarán a disposición del público el próximo miércoles
28 de abril en el Archivo Nacional de Kew, en Surrey.
Los documentos de Hanslope Park incluyen informes mensuales
de inteligencia sobre la “eliminación” de los enemigos de la autoridad colonial
en la década de 1950 en Malasia; registros que demuestran que ministros
británicos estaban al corriente de las torturas y los asesinatos de insurgentes
Mau Mau en Kenia, incluyendo el caso de un hombre que afirman que fue “quemado
vivo”; y documentos que detallan hasta qué extremos llegó el Reino Unido para
evacuar por la fuerza a los habitantes de la isla de Diego García en el Océano
Índico.
No obstante, entre los documentos hay un puñado que muestran
que muchos de los documentos más sensibles de finales de la era colonial de
Gran Bretaña no fueron escondidos sino simplemente destruidos. Estos documentos
incluyen las instrucciones para la destrucción sistemática dadas en 1961,
después de que Iain Macleod, secretario de Estado para las colonias, emitiera
directivas según las cuales los gobiernos posteriores a la independencia no
debían recibir ningún material que “pudiera poner en aprietos al gobierno de Su
Majestad” o que pudiera avergonzar a “miembros de la policía, fuerzas
militares, funcionarios públicos u otras personas, por ejemplo informantes de
la policía”, que pudieran poner en peligro las fuentes de inteligencia, o que
pudieran “ser utilizados de manera poco ética por ministros de los gobiernos
sucesores.”
Entre los documentos que parecen haber sido destruidos había
registros de los abusos sobre los insurgentes Mau Mau detenidos por las
autoridades coloniales británicas, que fueron torturados y en ocasiones
asesinados; informes que podrían aportar detalles de la presunta matanza de 24
campesinos desarmados en Malasia por los soldados de los Scots Guards en el año
1948; documentos extremadamente sensibles en poder de las autoridades
coloniales de Adén, donde el Cuerpo de Inteligencia del ejército operó un
centro de tortura secreto durante varios años en la década de 1960; y
documentos altamente sensibles guardados por las autoridades en la Guayana
Británica, colonia cuyas políticas estaban muy influenciados por los sucesivos
gobiernos de Estados Unidos y cuyo líder de la independencia fue derrocado en
un golpe de Estado orquestado por la CIA.
Los documentos que no fueron destruidos parece que se han
mantenido en secreto, no sólo para proteger la reputación del Reino Unido, sino
también para proteger al gobierno de eventuales litigios. Si el pequeño grupo
de ex prisioneros del Mau Mau tienen éxito en su acción legal, probablemente
miles de veteranos seguirán.
Se trata de un caso que está siendo observado de cerca por
ex guerrilleros de EOKA detenidos por los británicos en 1950 en Chipre, y
posiblemente por otros muchos que fueron encarcelados e interrogados entre 1946
y 1967 cuando Gran Bretaña combatió en una serie de acciones de retaguardia en
varios lugares de su cada vez más reducido imperio.
Los documentos revelan que los funcionarios coloniales
recibieron instrucciones de separar los documentos que dejaban en el lugar tras
la independencia –generalmente conocidos como “archivos heredados” ( legacy files
)– de los que iban a ser seleccionados para su destrucción o retirada al Reino
Unido. En muchas colonias, éstas recibieron el nombre de “archivos de
vigilancia” y fueron sellados con una letra W en rojo.
Los documentos de Kew describen un período de creciente
ansiedad en medio de temores de que algunos de los archivos de vigilancia
incriminatorios pudieran filtrarse. Se advirtió a los funcionarios de que
serían perseguidos si se llevaban a casa cualquier tipo de documentación, y
algunos efectivamente lo fueron. A medida que se acercaba la independencia,
grandes fardos de expedientes fueron retirados de los ministerios coloniales y
llevados a las oficinas de los gobernadores, donde se instalaron nuevas cajas
de seguridad.
En Uganda, el nombre en clave de la operación fue Operation
Legacy . En Kenia, funcionarios de los servicios secretos llevaron a cabo una
operación de investigación que describen como “una purga a fondo.”
Se emitieron instrucciones claras de que los africanos no
debían participar en las operaciones, que estaban limitadas a “personas que
fueran funcionarios del gobierno de Kenia y ciudadanos británicos de origen
europeo.”
Se adoptaron medidas meticulosas para evitar que los
gobiernos de la independencia llegaran a saber de la existencia de los archivos
de vigilancia. Una de las instrucciones rezaba así: “Los archivos heredados no
deben dejar tras de sí ningún material susceptible de observación. De hecho, la
existencia misma de dichos archivos, aunque pudiera suponerse, nunca debe ser revelada.”
Cuando un archivo de vigilancia era retirado de un grupo de
archivos heredados, se creaba y se colocaba en su lugar un “archivo gemelo”
fantasma. Cuando esto no era posible, los documentos debían ser retirados en
masa. Existía la preocupación de que las directivas de Macleod fueran reveladas
–”hay, por supuesto, un riesgo de compromiso en caso de que se conozca esta
circular” – y los funcionarios que participaron en la purga recibieron
instrucciones incluso de mantener sus sellos “W” en lugar seguro.
Muchos de los archivos de vigilancia terminaron en Hanslope
Park. Provenían de 37 ex colonias diferentes y llenaban 200 metros de
estanterías. Pero cada vez es más evidente que gran parte del material más
comprometedor fue probablemente destruido. A los funcionarios de algunas
colonias, como Kenia, se les dijo que deberían optar por la eliminación de los
documentos en lugar de su traslado al Reino Unido –“se hace hincapié en la
destrucción” – y que no quedara ningún rastro de cualquiera de los documentos o
de su incineración. Una vez quemados los documentos “los residuos deben ser
reducidos a cenizas y éstas disgregadas.”
Una idea de la magnitud de la operación y la cantidad de
documentos borrados de la historia nos la puede dar un puñado de documentos de
instrucciones que sobrevivieron a la purga. En ciertas circunstancias, se les
dijo a los funcionarios coloniales en Kenia que “se permite, como alternativa a
la destrucción por el fuego, que los documentos sean empacados en cajas
lastradas y se arrojen en aguas muy profundas y sin corrientes, a la distancia
máxima posible de la costa.” Los documentos que se conservan de Malasia
sugieren un proceso de destrucción mucho más casual, que permitía a los
funcionarios relativamente novatos decidir lo que debía ser quemado y lo que
debía enviarse a Londres.
El doctor Ed Hampshire, especialista en archivos
diplomáticos y coloniales del Archivo Nacional, ha afirmado que los 1.200
archivos hasta ahora transferidos desde Hanslope Park representan “polvo de
oro”, con alguna pepita ocasional para los historiadores; más que un traslado
es una exigencia de reinterpretación de la historia inmediata. Sin embargo,
sólo una sexta parte del archivo secreto ha sido transferido hasta ahora. Se
espera que el resto esté depositado en Kew a finales de 2013.
Fuente : https://www.theguardian.com/uk/2012/apr/18/britain-destroyed-records-colonial-crimes
Fuente : https://www.theguardian.com/uk/2012/apr/18/britain-destroyed-records-colonial-crimes
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